Saturday, November 10, 2007

El dia que el comedor de estudiantes quedo sin suministros

Una anécdota que me envió el amigazo Julio Menna por email, me trajo desde el pasado a mi memoria una pequeña situación embarazosa y que me ridiculariza una vez mas acontecida allá por 1990.

En mi primer año de universidad, recién llegado a Bahía Blanca, solía frecuentar un comedor de estudiantes que por cierto hacían muy buena comida y mas barata que nuestro querido comedor universitario. Mi medio de transporte en ese entonces era la bici, y el sistema antirrobo era una cadena con un candado. Así mismo el medio de transporte del dueño del comedor con el cual iba a comprar los insumos diarios era una hermosa bicicleta de paseo roja con canasto al frente, vehículo venerado por todos los comensales ya que era lo que hacia posible que el pobre gaucho dueño del comedor se recorriera todo Bahía en busca de los precios mas bajos para así mantener en un bajo precio el producto final, es decir un bajo precio en lo que nosotros manducabamos.

La alarma en mi cabeza sonó al día siguiente (siguiente del día anterior), cuando debía asistir a clase de nuestra querida Casamitjana. La desesperación fue grande cuando me levante para ir a clases y al querer salir de raje pa la UNI, me desayune que no tenia mas la bicicleta en mi departamento, ME LA HABIAN ROBADO DE MI PROPIO DEPARTAMENTO MIENTRAS DORMIA?!! No se podía creer lo peligroso que se había tornado esa ciudad en los últimos tiempos! Mi sorpresa fue al llegar al comedor después de la clase de Análisis I, cuando EN LA PUERTA del comedor me estaba esperando el dueño, manos en la cintura y moviendo nerviosamente el pie emitiendo un constante "tap-tap-tap" de una frecuencia increíblemente estable.

Así fue como halle mi bicicleta, ATADA con mi candado junto a la de el, rueda con rueda, desde el día anterior. Con la cabeza gacha sin atreverme a levantar la vista, y bajo la mirada de reojo del dueño del comedor que no emitía palabra ante tan increíble hecho, desate lentamente las dos bicicletas y huí del lugar. El pobre hombre no había podido salir en toda la tarde anterior ni en toda esa mañana a hacer las compras para preparar la comida.

Era una alegría recuperar mi bicicleta, pero no pude disfrutar de esa alergia que duro un periodo de tiempo del rango de milisegundos ante tan bochornoso acontecimiento.

Una vergüenza colectiva!!