Sunday, May 6, 2007

La Sencillez de la Monjita Blanca

En el verano del 2006 pasé una tarde en la reserva natural de Parque Luro, a 35 kilómetros al sur de Santa Rosa. Fueron solo cuatro horas. Lo suficiente para ver lo que no se puede ver en ningún zoológico. Aquí alguna de las fotos que tomé ese día.

Para los que no la conocen, la reserva no es un zoológico, es un ecosistema protegido. Al no tener mucha publicidad y por lo tanto relativamente pocos visitantes es posible vagar libremente por por el lugar. Esta libertad hace que la mayoría de los visitantes se comporten con una gran responsabilidad y respeto al medio natural.

Recomiendo que al llegar, estimado lector, abandones el auto lo mas cerca de la entrada posible y se tomes el sendero que rodea a la laguna. A los pocos minutos de caminar ya podrás divisar cientos de flamencos.


Es muy posible, querido amigo, que sientas la misma emoción que sentí yo cuando a pocos metros tuyo pase impetuoso a una increíble velocidad un magnífico ejemplar de siervo colorado.


A lo lejos podrás ver a la mansión de los Luro, solitaria y podrás llegar a sentir que es una visión anacrónica para un lugar en el que nunca tendría que haber habitado ser humano alguno.


Podrás divisar Lechuzitas Vizcacheras en su madriguera. Loicas con hermosos y bibrantes pechos rojos. Pero si tienes muchisima suerte, como la tuve yo aquel día, podrás ver a la monjita blanca.



No es posible ver una monjita blanca en otro lugar que no sea en su hábitat, ya que en cautiverio no cantan ni silban y al poquísimo tiempo mueren. Los que saben dicen que es el ave mas hermosa de toda Argentina, pese a que solo mide diecisiete centímetros y es de color blanca con una tira de luto en su ala. En ella suele verse al alma de Dios o el alma de algún pariente. Tiene un silbido melancólico aún de noche. Cuenta una leyenda que la monjita blanca fue mujer y el dolor la convirtió en ave.


Ya atardeciendo verás alguna chancha jabalí, cruzar muy sigilosa por un claro, dirigiendo a sus crías a sus lugares de descanso.


Al caer el sol, y si estás, querido amigo, atento a las cosas mas pequeñas podrás hasta ver una mariposa posada sobre una flor de cardo, inmóvil, como resignada, sabiendo que en su corta vida nunca conocerá la noche.


Si todo esto has vivido, no te preocupes por llegar a la mansión y ver los costosos tesoros de un hombre que quiso vivir con lujos europeos en medio del desierto. En esencia ya lo has visto todo.

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