La Abuela Petra tiene la habilidad de combinar los elementos exactos para cada receta. Ella combinaba los condimentos para lograr el sabor único de los chorizos colorados preparados en las carneadas de la familia Gonzalez. Pero su habilidad no solo se extiende a los embutidos, prepara tortas y galletas únicas.
Con Javier tenemos muy buenos recuerdos de las biscochos que nos cocinaba en las épocas en que estudiábamos en la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca. En cada viaje que hacíamos a Santa Rosa para visitar a nuestra familia, la abuela preparaba bolsas enteras de estos biscochos, que serían el ingrediente principal de nuestros desayunos y meriendas hasta la próxima visita. Es que siempre "nos veíamos flacos y un poco desnutridos", cosa que preocupaba a nuestra abuela.
Ambos coincidimos que estos junto con la miel son los únicos alimentos que nunca se pudren y mantienen sus características intactas desde su creación, no importan en las condiciones que se almacenen. Razonábamos que si las lembas élficas, que Tolkien describe en sus libros, existieran tendrían que tener las mismas características que estos biscochos.
Eran de un color marrón dorado por fuera y crema por dentro. Siempre las llevábamos en la mochila cuando hacíamos caminatas en Sierra de la Ventana o íbamos a pasar el día a las playas de Monte Hermoso. Bastaba una mordida para satisfacer nuestras demandas energéticas para todo un día.
La abuela, aunque ahora ya no las prepara, guarda su secreto muy celosamente y solo en muy raras ocasiones revela algunos pocos datos de su preparación.
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